Cada cual practicará su profesión
Con absoluta corrección para con todos.
El abogado defendiendo el derecho y evitando tinterilladas
que pueden estar de acuerdo con la letra
pero no con el espíritu de la ley
El ingeniero recordará
que los hombres son de naturaleza muy
distinta
que las máquinas,
que tienen derecho a consideraciones
debidas a la dignidad de su persona,
y no escatimará sacrificios
para pagarles un salario justo
mientras pude soportarlo la empresa.
El agricultor reconoce
que los hombres son inmensamente más
valiosos que los más finos animales
y que las consideraciones
que merece un ser humano
son de orden muy distinto
a las que podría dar a los otros seres
de la creación material.
El hombre es nuestro hermano.
No soporta,
por tanto,
que mientras las cosechas
se guardan en pisos de cemento
y muros de concreto,
y los caballos de carrera
tienen abrigo para el invierno
y un cuidador
que les prepara la cama y la comida,
los pobres, a causa de un salario injusto
y de falta de caridad social,
vivan en chozas con suelo de tierra
y techo de totora
y en la práctica sean tenidos en menos estima
que los animales que se presenta a la
Exposición
El empleado
no ocupará las horas de trabajo
en actividades de lucro personal.
El contratista no hará a la carrera
los trabajos con materiales de segunda
y a veces dejando deliberadamente
mal terminada la obra
para ser nuevamente llamado.
El prestamista
no exigirá intereses usurarios.
El corredor de comercio
no traspasará a su cliente
los papeles inseguros,
ni hace juegos turbios en la Bolsa
aprovechando noticias
maliciosamente esparcidas
o abusando de informes confidenciales.
¡Acaparamientos, productos falsificados,
vino bautizado,
leche aguada,
abonos mezclados con tierra,
fardos de cáñamo con piedras en el interior,
ampolletas quemadas en cajas nuevas...
tantas y tantas formas de fraude social!
En el trato con las personas modestas
el jefe no sospechará de sus intenciones,
velará por sus intereses
como por los propios,
será agradecido a sus servicios
recordando que todo el oro del mundo
vale menos que un acto humano
y que en este sentido el patrón
queda siempre deudor a sus obreros.
Los patrones con frecuencia
se quejan de sus obreros
y lamentan que tengan tan poca conciencia.
Los obreros echan de menos
el espíritu de justicia y de caridad
por parte de los patrones.
Cada clase social lamenta
esta falta de conciencia
en la clase que completa la propia.
Mientras esa conciencia se generaliza,
yo, obrero o patrón,
haré un firme propósito:
¡Yo al menos seré hombre de conciencia!

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