La aplicación vertical, poco participativa y sobre la base de parámetros que muchas veces el evaluado desconoce, representa el lado oscuro de la evaluación del desempeño en el área de la educación. En ella se pueden esconder fenómenos de privilegio, poder y dominio. Por esto, la evaluación genéricamente considerada, ha resultado problemática y no bien aceptada especialmente porque quienes la aplican no siempre lo hacen imparcialmente, contextualizada y válidamente, ya que la han utilizado sólo en la detección de errores, defectos o aspectos mal llevados a cabo y la asocian a sanción o clasificación ya sea de personas, establecimientos o programas.
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